La Difunta Correa es una figura emblemática de la cultura argentina, especialmente en la provincia de San Juan. Su historia, marcada por el sacrificio y el amor maternal, ha convertido su santuario en un lugar de peregrinación para multitudes cada año. Este sitio no solo es un punto de encuentro para los devotos, sino también un reflejo de las tradiciones y creencias populares del país.
Veamos qué significados rodean a esta figura de fe popular, cómo visitarla y qué tener en cuenta para participar de las peregrinaciones.
La Leyenda de la Difunta Correa
La historia de Deolinda Correa, conocida como la Difunta Correa, se remonta al siglo XIX, durante las guerras civiles argentinas. Según la leyenda, Deolinda era una joven madre que, desesperada por encontrar a su esposo, un soldado reclutado a la fuerza, decidió seguirlo a través del desierto de San Juan.
La mujer llevaba consigo a su bebé y pocos recursos. Tras días de caminata bajo el sol abrasador y sin agua ni comida, Deolinda falleció. Sin embargo, cuando unos arrieros encontraron su cuerpo, descubrieron que su hijo seguía vivo, amamantándose de su madre fallecida. Este hecho, considerado un milagro, dio origen a la devoción por la Difunta Correa.
El Santuario de la Difunta Correa en San Juan
El principal santuario dedicado a la Difunta Correa se encuentra en Vallecito, a unos 63 km de la ciudad de San Juan. Este lugar, que comenzó como una simple tumba, se ha convertido en un complejo religioso que recibe a miles de visitantes cada año.
El santuario incluye un oratorio central, donde se encuentra la imagen de la Difunta Correa, y numerosos altares con ofrendas como botellas de agua, velas y placas de agradecimiento.