La Reserva Natural Villavicencio es un parque protegido de precordillera con una superficie de 67.000 hectáreas que se extiende por la Sierra de Uspallata, a una altura de entre 900 y 3.200 metros sobre el nivel del mar. Está ubicada a unos 50 kilómetros de la ciudad de Mendoza, en la localidad de Las Heras.
El territorio de Villavicencio alberga una variedad enorme de especies animales y vegetales típicas de la zona. El imponente hotel, símbolo del lugar y presente en todas las imágenes de la Reserva Natural Villavicencio, es uno de los atractivos más valorados por los visitantes. También el famoso camino de los caracoles con paisajes maravillosos.
En este artículo vamos a repasar lo más importante para la mejor experiencia al visitar este lugar único para el patrimonio cultural, natural y la historia de la provincia de Mendoza.
Cómo llegar a la Reserva Natural Villavicencio
La única forma de llegar a Villavicencio desde la ciudad de Mendoza es en vehículo particular o transfer privado, tomando la Ruta 52 en un trayecto de unos 50 kilómetros. La duración del viaje es de aproximadamente una hora, y las señalizaciones indican fácilmente el camino el ingreso al parque.
El ingreso está habilitado de miércoles a viernes de 9.30 am a 6 pm, mientras que los sábados y domingos abre de 9.30 am a 6.30 pm.
La excursión a la Reserva Natural Villavicencio de Tangol incluye traslados de ida y vuelta, y un recorrido de 5 horas con guia especializada. Vas a conocer el hotel, el Complejo Hotelero Termal, los miradores y las áreas naturales más importantes del lugar.

Cómo visitar el Hotel de Villavicencio
A tan sólo 500 metros de la entrada a la reserva se impone el atractivo turístico más importante: el Hotel Villavicencio, también conocido como Casa Villavicencio. Fue construido en 1940 siguiendo referencias del estilo europeo y la arquitectura alpina normanda. Por la altura sobre el nivel del mar de Villavicencio, esta estructura está a una altitud de 1750 metros.
El hotel no funciona como servicio de alojamiento desde 1979. Sin embargo, se lo puede visitar como atractivo turístico y recorrer su capilla, jardines y senderos. Antes de pasar a la historia del hotel, veamos cómo se organizan los recorridos por la Reserva.
Centro de Visitantes de Villavicencio
Lo primeri que hay que hacer al llegar a la Reserva Villavicencio es detenerse en el Centro Educativo Vaquería. Se encuentra en el ingreso a la Reserva Villavicencio, sobre el camino de acceso sobre la Ruta 52. Aquí los guardaparques brindan información sobre
En esta dependencia, Guardaparques y Educadores Ambientales informan sobre normas de convivencia de cada sector, cuidados sanitarios, pautas de recreación, características de la zona protegida, recorridos y actividades. Es importante consultar los cronogramas recomendados, dado que el estado del tiempo y de las rutas pueden causar modificaciones.

Historia del Hotel Villavicencio y la Reserva
La historia del hotel se remonta a la fundación de Mendoza. En el año 1500, se crea la estancia de Canota por medio del registro de propiedad N° 1, en una zona de gran potencial para el desarrollo minero y ganadero.
Los primeros en ocupar el lugar fueron los Jesuitas, quienes construyeron hornillos para la fundición de oro y la plata que eran trasladados sobre mulas a Chile desde las Minas de Paramillos. El capitán español Joseph Villavicencio fue uno de los militares que habían acompañado a Pedro del Castillo durante la fundación de Mendoza. En 1680 se instala en el lugar y descubre minas de oro y plata a unos 12 kilómetros de la ubicación actual del hotel.
Más de un siglo después, lo único que había en el lugar era una casa o posta precaria que ofrecía refugio a los viajeros en la Cordillera de Los Andes. Uno de los huéspedes fue nada menos que el naturalista inglés Charles Darwin, quien en 1835 descansó en Villavicencio por dos días. Durante esa visita descubre el bosque de araucarias fósiles, sumando el hallazgo a sus crónicas que luego forman parte del célebre El Origen de las Especies.
En 1923, el ganadero y miembro de la Sociedad Rural Argentina Ángel Velaz adquiere estas tierras para iniciar el emprendimiento de las Termas de Villavicencio. Durante su gestión se construye una planta de fraccionamiento y embotellado de agua mineral y un caño de agua que iba desde las vertientes manantiales hasta la ciudad de Mendoza. Con esta infraestructura inicial, el agua era distribuida en botellas de vidrio hacia diferentes puntos del país.
En 1934 un gran aluvión afecta al hotel de Cacheuta e inhabilita el Tren Trasandino, que cerró por 10 años y afectó la ruta entre Mendoza y Uspallata. Al paralizarse el transporte fue reactivada la Ruta 7, que en aquel entonces pasaba por Villavicencio. Además, se construyeron los Caracoles de Villavicencio, hoy parte de la Ruta Provincia N° 52.
Frente a esta situación, Velaz decide construir un nuevo hotel para impulsar Villavicencio como destino para las clases altas. El alojamiento fue dotado de 30 habitaciones con baños para tratamientos termales, restaurante, confitería, bar, panadería, peluquería, sala de juegos, una capilla neocolonial y una sala de estar con hogares a leña.
En línea con la planificación sofisticada del hotel, los jardines fueron diseñados por Carlos Thays hijo, quien distribuyó una cantidad enorme de árboles, estanques y canales artificiales, aprovechando las características del suelo y el clima precordillerano.
En 1943, el fundador fallece en el hotel y sus sobrinos se hacen cargo de la gestión. En 1979 el empresario Héctor Greco compra el hotel y la planta embotelladora de agua. La idea del Grupo Greco era hacer una gran inversión y ampliar el hotel llevándolo a 150 habitaciones. Sin embargo, la alta demanda de agua y electricidad complicaron los planes, por lo que el hotel se cierra definitivamente hasta el año 2000.
Ese año se formaliza la compra de Termas de Villavicencio por parte del grupo de capital francés Aguas Danone de Argentina, y se crea la Reserva Natural Villavicencio, aunque sería declarada oficialmente bajo esta denominación en 2001 por parte de la Dirección de Recursos Naturales Renovables de la provincia.
Asimismo, en el año 2009 se la incorporó al Programa Refugios de Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) para fortalecer la protección del área, y en el 2013 el hotel fue declarado Monumento Histórico de la Nación.

Qué hacer en Villavicencio, Mendoza: actividades dentro de la Reserva Natural
Apenas llegues a la Reserva Natural Villavicencio, actividades como el senderismo y los avistajes te van a llamar por una razón muy simple: la naturaleza es la protagonista del lugar. Este ecosistema precordillerano es hogar de 56 clases de mamíferos y unas 176 especies de aves. Por eso, recorrer los senderos en busca de miradores para apreciar el vuelo de cóndores, águilas, aguiluchos y halcones peregrinos puede ser una buena aventura.
El Safari por Villavicencio y zonas de montaña es otra forma de conocer la fauna del lugar, aunque por la zona de ruta, sin entrar en las inmediaciones del hotel y los senderos.
Si buscás conocer la gastronomía del lugar, la cocina del hotel ofrece variedad de pastas, carnes y ensaladas. Para los que desean tomar el té, la carta de tortas y panificados es de primer nivel, con los croissants de chocolate fundido como destacados. A pocos metros del hotel se pueden divisar los manantiales, donde antiguamente el agua era embotellada y comercializada en la región por sus propiedades de pureza.
A continuación, algunas actividades recomendadas en el Parque Villavicencio de Mendoza y alrededores.
Mountain bike por los caminos de Villavicencio
La ruta de mountain bike por los caminos de Villavicencio no requiere de mucho esfuerzo, ya que los caminos son de ripio pequeño y en su mayoría en bajada. Por eso es ideal para quienes buscan un poco de aventura en la naturaleza de este maravilloso parque.

El circuito parte desde el ingreso a la reserva, y abarca un total de 50 kilómetros. Durante el traslado hacia la reserva se pasa por la zona de Potrerillos y luego por Uspallata, siguiendo 7 kilómetros hacia el Cerro Tunduqueral. Al llegar a la reserva, la travesía inicia por el camino interno de los Caracoles.
Los tramos de exigencia son pocos, ya que casi todo el camino es en descenso. Lo único necesario es cuidar el equilibrio y dirigir la bici durante las pendientes. Entrado el circuito vas a cruzarte con guanacos, ñandúes, maras, pumas, zorros, chinchillones, choiques, águilas mora y cóndores, y una gran variedad de especies vegetales como el algarrobo blanco, arrayán, y la flor de San Juan.
A los 25 kilómetros se realiza la primera parada para descansar y comer bajo los árboles. Se sirven sándwiches de queso y jamón crudo, aceitunas, maní, papitas y otros tentempiés con agua y gaseosas.
Al retomar la pedaleada, el camino continúa hacia el Gran Hotel Villavicencio, donde toca un tour arquitectónico e histórico con todos los datos curiosos del hotel. Esta etapa incluye un paseo por los jardines antes de regresar a las bicicletas para hacer los últimos kilómetros hacia el final del sendero, ya asfaltado.
Donde comienza la ruta 52 empieza un camino ascendente, por lo que en este punto espera la camioneta 4x4 para colocar las bicicletas y regresar.
Visitar el Monumento Canota y los petroglífos
El monumento Canota fue construido en 1935 por el gobernador Ricardo Videla, y se ubica en el kilómetro 36 de la Ruta Provincial 52. Este lugar de la Reserva señala el sitio donde se separó una de las agrupaciones en las que el General José de San Martín dividió al Ejército Libertador para el cruce de los Andes.
Uno de los murallones representa a las columnas comandadas por el San Martín y el General Las Heras. El otro murallón conmemora a las columnas comandadas por el General O’Higgins. Acá se cumplió la primera etapa de la División de Vanguardia del Ejército Libertador, al mando del General Las Heras, en su ruta hacia Chile.

Cerca del monumento están los petroglifos de Canota, ubicados a pocos metros en la quebrada de El Manzano, en el pedemonte oriental de la precordillera. Son un conjunto de grabados de figuras antropomorfas, zoomorfas y geométricas sobre tres bloques de piedra.
Los signos muestran características particulares y con importantes diferencias del resto del arte rupestre de Cuyo, por lo que su origen se atribuye al período temprano o medio de la etapa agroalfarera de la región, entre los siglos IV y X d.C. Algunas tienen apariencia de avestruz, otras de hombres, líneas ondulantes, serpientes, y un ave de rapiña con sus alas desplegadas. El lugar se considera un punto energético, dado que era un sitio sagrado para los Huarpes, la comunidad originaria más importante de la zona.
Excursión en 4x4 por Villavicencio
La mejor forma de apreciar toda la belleza de este parque natural es recorriendo el Camino de los Caracoles. Este se inicia en el ingreso a la reserva Villavicencio, y debe su nombre al trazo de curvas y contracurvas que bordean desfiladeros y paredes de piedra.
Se puede realizar alquilando un auto, pero para sumar mayor emoción al viaje y de paso apreciar la riqueza natural de la zona, lo mejor es contratar las excursiones en camiones 4x4 con balcones.

El ascenso por la estrecha ruta de tierra es un desafío de adrenalina y emoción. Los tramos de avance lento sirven para apreciar en detalle las montañas y la vista del Hotel Villavicencio, rodeado por un bosque frondoso que se aprecia mejor desde la lejanía.
Es un recorrido de 23,5 kilómetros hasta el sector de los Paramillos. Acá el motor se detiene y toca un trekking corto, de 1,8 km, hacia Manto de Cobre, zona de minas antiguas que datan de finales del siglo XIX. En el camino es común ver tropillas de guanacos, y en las bocas de las cuevas suelen aparecer búhos y chinchillones, una curiosa liebre con cola de ardilla que salta por las paredes de piedra.

Otra parada obligatoria para realizar durante el Camino de los Caracoles es el mirador “El Balcón”, un anfiteatro natural de más de 100 metros de altura. Acá espera la mejor vista panorámica de los picos cordilleranos más grandes, entre ellos los de El Aconcagua.
El paseo termina con el ascenso hacia uno de los puntos más altos de la zona, la Cruz del Paramillo. Este balcón natural es el límite austral de la Puna argentina, desde el aprecia la cara este del Aconcagua, el glaciar de los Polacos y la Cordillera Frontal.
Flora y Fauna de Mendoza, Argentina, en Villavicencio
Zorros colorados y guanacos, suelen ser acechados por el puma, el depredador más feroz del área. También hay vizcachas de la sierra, gatos del pajonal, los ratones de montaña, agachonas, maras, gatos monteses, choiques y otras especies sedentarias como lagartos, lagartijas y sapos andinos.
Por el lado de las aves, se puede avistar cóndores andinos, halcones, matamicos, águilas mora y pequeños picaflores. Los arroyos y ríos también son hábitat de aves acuáticas como el pato crestón, el torrente y el chorlo de vincha.
Las especies más adaptadas a la presencia humana son los comesebo, camineras, viudita, el gauchito y chingolos, comúnmente vistos en las cercanías del hotel.

La flora de Villavicencio
En la Reserva Villavicencio habitan y crecen 200 especies de flora distribuidas en 3 ambientes: Monte, Cardonal y Puna.
En el Monte (700 a 1200 msnm) dominan arbustos resinosos, siempre verdes. En el Cardonal (1200 a 2700 msnm) hay laderas solanas y umbrías con presencia de cardones. Y en la Puna (2700 a 3300 msnm), donde hay mayor amplitud térmica, se pueden encontrar los berros amarillos.
Los arroyos de deshielo que bajan por las laderas alimentan pequeñas praderas y humedales de pastos verdes llamados “vegas”. También pueden apreciarse juncos, ciperáceas y otras especies de pastos.
Desperdigadas por estas áreas hay especies de flor de San Juan, Dipyrena glaberrima, marancel, chañar, zampa, jarillas, retamo, algarrobo dulce y aguaribay.

Por el lado de las cactáceas hay Cereus aethiops, Echinopsis leucantha, Opuntia sulphurea, Lobivia bruchii, Echinopsis formosa, Denmoza rhodacantha, Tunilla corrugata y Maihuenia patagónica, conocida popularmente como chupasangre.
Otras plantas presentes son el chil chil, la espina de pescado, la retama europea y la rosa mosqueta, estas dos últimas son especies introducidas. Asimismo, por algunas áreas predominan los pastizales abiertos de huecú y coirones.
Otro arbusto muy visto es el acerillo o coli-mamil (Adesmia pinifolia). Espinoso, de tronco grueso y con ramas de corteza amarilla, puede alcanzar los 3 metros de altura.