Rebautizada
para siempre como “la Negra”, Mercedes Sosa despegó de su
entrañable Tucumán para volar con su canto a otras tierras y
convertirse en la cantora más grande que supimos tener.
La
voz de América.
Luego
de su primera actuación en Cosquín (1965), el mayor festival de
folklore argentino, la Negra emprendió un viaje que la llevó a la
consagración inmediata. Actuó en los escenarios más importantes
del mundo (el Carnegie Hall de Norteamérica, el Olympia parisino), y
compartió discos y presentaciones con grandes artistas nacionales e
internacionales, como Luciano Pavarotti y Sting. Pero el talento
excepcional de Mercedes no solo le dio voz mundial al folklore; con
su música llegó a entonar las voces silenciosas de todo un
continente.
A través su “canto con fundamento”, se convirtió en una
verdadera embajadora más que nacional, latinoamericana. Así lo
reafirman los numerosos galardones que recibió por su talento y
compromiso social: obtuvo varios Grammy Latinos y fue premiada por la
Unesco por su labor en defensa de los derechos de la mujer.
Todo
cambia.
Durante
su vida en Mendoza, dio a luz a un canto revolucionario. Allí, junto
con otros artistas, fundó el Nuevo Cancionero. En medio del “boom”
del folklore argentino y los efervescentes 60, este movimiento
renovaría la canción popular, quebrando las fronteras entre los
géneros musicales y el corsé del lenguaje poético establecido,
para cantar con la libertad y unidad que necesitaba el continente.
“Si
se calla el cantor, calla la vida”.
Aun
en la mala salud, aun en el exilio político, la Negra siguió
liberando
la esperanza con un grito en la voz,
como reza Canción
con todos.
En 2009 la muerte intentó callarla para siempre, sin contar que su
canto ya era raíz de un pueblo que la sigue entonando.
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