Imperio de la música, el baile,
el agua y la espuma, los días de carnaval abren en la rutina un
tiempo para librarse a la alegría de festejar en comunidad.
Siglos de tradición y diversos
mitos de origen sostienen al carnaval, una fiesta de carácter
popular y pagano que pervive en diferentes rincones del mundo.
En Latinoamérica tiene su propia
manifestación: la cultura del otro lado del océano se mezcló con
las costumbres de los pueblos originarios, dando lugar a diversas
maneras de celebrar el carnaval. Es así que Argentina, un país de
gran extensión y conformación diversa, contiene varias de estas
expresiones.
El Litoral. Bajo
la influencia de sus vecinos brasileños, en esta región brillan las
lentejuelas y las plumas de las enérgicas comparsas que llenan
calles y desfiles de música y baile. Todos los años con un tema
diferente, cada grupo elabora una estética representativa en trajes
y coreografías que ellos mismos confeccionan.
La importancia que tiene esta
fiesta en la provincia de Corrientes es tal que cuenta con un
Corredor Turístico con 20 localidades donde se desarrollan
espectáculos. Su capital, nombrada Capital Nacional del Carnaval,
recibe a aquellos que quieran disfrutar de un notable desfile con
variedad de diseños, bordados y carrozas. La ciudad de Santo Tomé
se destaca por su mezcla de magia y fantasía, mientras que Monte
Caseros despliega lujo y esplendor en su Carnaval del Arte.
En Entre Ríos, Gualeguaychú es
sede del carnaval más grande y turístico del país. Emparentado con
el estilo de Río (Brasil), cuenta con un imponente Corsódromo, gran
escenario al aire libre que recibe a 35.000 espectadores. Una fiesta
para bailar al ritmo de batucadas, encandilarse con los trajes de
fantasía y admirar las imponentes carrozas que llevan famosas
celebridades, en una competencia de majestuosidad.
El Noroeste. Con
una impronta más común a las celebraciones de la región andina, el
carnaval de la Puna y la Quebrada de Humahuaca mantiene las raíces
de su cultura originaria. Los festejos de la
fecundidad de la tierra se
fusionaron con las tradiciones traídas por los españoles en época
de la conquista. Bajo este sincretismo, conviven el desentierro del
diablo, el culto a la Pachamama
(“Madre Tierra”) y las procesiones de la Virgen.
El carnaval de Humahuaca (Jujuy)
es uno de los más famosos y atrae muchos turistas. Durante ocho días
reinan los trajes de colores vivos, disfraces muy elaborados,
máscaras de animales, banderas y canciones.
El disfraz del diablo no puede
faltar. Vestido de rojo, lentejuelas, espejos y cascabeles, esta
figura simboliza al carnaval. Todos los años es “desenterrado”
de un mojón en la altura o al pie de un cerro, inaugurando este
período de fiesta en el que “todo vale”. Todo esto ocurre al
sonar de los cantos y los instrumentos típicos andinos, y el
ingrediente fundamental que caracteriza a este festejo: la
participación de la gente que lanza y recibe serpentinas, agua y
harina o talco.
Buenos Aires. Aquí
el carnaval nació de la mezcla del legado español y los ritmos
africanos de los esclavos negros. Esa combinación se plasma hoy en
la expresión de bombos, platillos y un baile singular que dispara
piernas y brazos al aire.
Los fines
de semana y los Feriados de Carnaval, por la noche, los barrios
cortan algunas de sus calles. Las murgas, conjuntos barriales con
trajes de colores distintivos, bailan sobre el asfalto luciendo
galeras y bastones. Los cantores se suben a un escenario
especialmente montado para entonar canciones de protesta y humor. La
gente los rodea, mientras vuela papel picado, agua y espuma.