Con la sencillez de una masa rellena e incontables variedades y sabores, las empanadas supieron conquistar la mesa de los argentinos. Junto al asado, constituyen un verdadero plato nacional.
Perfectas para un momento relajado entre amigos, reuniones numerosas e incluso formales, por su tamaño, diversidad de sabores y fácil preparación, las empanadas se han convertido en un verdadero comodín gastronómico. Siempre presentes y bienvenidas por todos, como el asado, las empanadas son las estrellas protagonistas de los encuentros sociales argentinos.
Cuenta la historia. Su origen se remonta a la antigua Persia, siglos antes de Cristo, donde sufrieron las consecuencias de los cambios culturales provenientes de los enfrentamientos y contactos con otros pueblos. Así, este plato fue cambiando de denominaciones, rellenos y formas hasta llegar a América de la mano de los españoles con el nombre de empanada, derivado de “pan”.
Para todos los gustos. Ya en América, las empanadas adoptaron distintas variantes, según los productos y condimentos de cada región: rellenas de carne de vaca, pollo, jamón, queso, verduras varias y diferentes combinaciones; suaves, dulces o picantes; horneadas o fritas. “En la variedad está el gusto”, reza un dicho popular, y esta es una de las claves de su éxito. Por eso, en Argentina las variedades tienen nombre propio: las empanadas “salteñas” (de Salta), “tucumanas” (de Tucumán) y “criollas” (de la región pampeana) son las más reconocidas, variando de una a otra condimentos (picante), ingredientes (aceitunas, pasas de uva, papa), masas (de hojaldre) y formas de cocción. Pero la prueba máxima de que las empanadas se han convertido en el plato más típico de la Argentina son los numerosos negocios que se dedican exclusivamente a ellas. No hay excusas: ¡a probar y descubrir tu gusto preferido!
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