El Palacio Barolo es una joya arquitectónica y cultural de Buenos Aires. Su figura destaca a primera vista, levantándose sobre los edificios de Avenida de Mayo, cerca del extremo este de la Plaza de Congreso. Pero no es sólo la maravilla urbanística lo que lo caracteriza: la conexión entre historia y arte universal resignifican y dan mayor intensidad a este edificio.
Fue diseñado por el arquitecto italiano Mario Palanti e inaugurado en 1923. La construcción del edificio fue encargada por el empresario textil Luis Barolo, quien soñaba con crear un espacio de homenaje a la obra cumbre de Dante Alighieri, La Divina Comedia.
Con sus 100 metros de altura, fue el edificio más alto de América Latina hasta 1935. Sigue siendo una estructura única en la ciudad, con un estilo que fusiona el neogótico con influencias hindúes.
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Ahora si: veamos qué historias y sucesos hacen del edificio Barolo un ícono de la identidad urbanística de Buenos Aires.
Palacio Barolo: Avenida de Mayo, Buenos Aires y un enigma literario
El diseño del edificio está intrínsecamente ligado a la obra de Dante: los 22 pisos del representan los 22 cantos del poema, divididos en tres secciones que simbolizan el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Y la altura del edificio, 100 metros, coincide con los 100 cantos de La Divina Comedia.
Además, su ubicación en la Avenida de Mayo 1370 no es casual: el número 1370 hace referencia al año aproximado en que Dante escribió su obra maestra. Los relieves en las fachadas y la distribución de los espacios interiores contienen detalles relacionados a símbolos del poema.
Aunque actualmente alberga principalmente oficinas, sigue siendo un espacio vivo que atrae a curiosos, turistas y amantes de la literatura y la arquitectura. Propone un viaje redentor a través del tiempo, el arte y la cultura, que invita a los porteños y visitantes a elevarse, literal y metafóricamente, por encima del bullicio de la ciudad.
La ciudad desde la cúpula del Palacio Barolo
El Palacio Barolo también tiene un lugar destacado en el turismo cultural de Buenos Aires. Su faro giratorio en la cúpula ilumina el cielo porteño con su luz blanca, y es visible desde varios puntos de la ciudad.
Las visitas guiadas permiten habitar los rincones más emblemáticos del edificio, como el Salón de los Escudos, decorado con símbolos masónicos y alquímicos, y la cúpula, con una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad.