La ciudad de Buenos Aires esconde cientos de edificios, mercados y demás. En cada uno de estos, la historia desborda. La conservación arquitectónica de los mismos ayuda a que la historia continúe con vida. Algunos de estos casos son: el Teatro Colón, el Cabildo, la Pulpería Quilapán y la iglesia de San Ignacio. En cada esquina, en cada rincón de algunos de estos sitios, se respira la idiosincrasia del pueblo argentino.
El Palacio Barolo ocupa una posición central entre los antes mencionados. Cada detalle del palacio lo convierte en una pieza única de arte que impacta con todo lo que tiene para apreciar y aprender. Con motivo de profundizar más sobre este lugar, a continuación te contamos sobre su historia y el impacto en la cultura argentina.
Historia
Fue construido entre 1919 y 1923, y diseñado por el arquitecto italiano Mario Palanti. Es famoso por su arquitectura ecléctica, que mezcla estilos neogóticos y renacentistas. Es menester mencionar su simbolismo relacionado con la Divina Comedia de Dante Alighieri.
El edificio consta de 22 pisos y originalmente sirvió como sede de la empresa de seguros de vida Barolo. Su diseño es una interpretación alegórica del poema épico de Dante, con la estructura dividida en tres partes que representan el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. En la planta baja y el primer piso, se encuentran elementos que simbolizan el Infierno; en los pisos intermedios, el Purgatorio; y en la parte superior, el Paraíso.
Si algo notable tiene el edificio es su torre. Esta se inspiró en la Torre de Babel y la Torre de los Ángeles, un reflejo de la visión de Palanti de una "torre de luz" que se conecta con el cielo. La fachada está decorada con detalles que aluden a la temática de la Divina Comedia, incluyendo figuras y símbolos relacionados con el poema.
En 1923, el Palacio Barolo fue inaugurado y se convirtió en uno de los rascacielos más altos de Buenos Aires. A lo largo de los años, ha servido diversos propósitos y actualmente es conocido no solo por su diseño arquitectónico, sino también por sus visitas guiadas que exploran su rica historia y simbolismo.
Datos arquitectónicos
La Torre como Faro: La torre del Palacio Barolo estaba originalmente equipada con un sistema de iluminación que proyectaba luz hacia el cielo, funcionando como un faro. Esto simbolizaba la conexión entre el cielo y la Tierra y también servía como guía para los barcos que navegaban en el Río de la Plata.
Construcción Rápida: A pesar de su complejidad, el edificio fue construido en un tiempo relativamente corto, entre 1919 y 1923. Su rápida construcción fue un logro notable para la época.
Torre del Paraíso: La parte superior del edificio, que representa el Paraíso, cuenta con una cúpula decorada con una figura de un ángel. Este ángel es visible desde la calle y también desde el interior del edificio.
Distribución Espacial: El edificio está organizado de tal manera que los pisos inferiores representan el Infierno, los pisos intermedios el Purgatorio, y los pisos superiores el Paraíso. Este diseño refleja el viaje espiritual descrito en la Divina Comedia.
Influencia en Buenos
Aires: El Palacio Barolo fue el edificio más alto de Buenos Aires hasta 1934, cuando se completó el Edificio Kavanagh, otro rascacielos emblemático de la ciudad.
El Viaje del Dante: Para la inauguración del Palacio Barolo, se organizó un evento especial con una representación teatral que celebró la conexión del edificio con la Divina Comedia.
El Origen de su Nombre: El nombre "Barolo" proviene de la compañía de seguros que encargó el edificio, la "Compañía de Seguros Barolo", fundada por el empresario Luis Barolo, quien fue el principal patrocinador del proyecto.
Decoración Oculta: Algunos detalles del edificio, como ciertos símbolos y figuras, están ocultos a simple vista y solo pueden ser apreciados por quienes hacen una inspección detallada o participan en visitas guiadas.
En conclusión, el Palacio Barolo es mucho más que un imponente rascacielos de Buenos Aires; es una obra maestra arquitectónica que encarna el vibrante ingenio y la creatividad del país. Ofrece, tanto a residentes como a visitantes, una fascinante ventana al pasado.