Sus veredas guardan las huellas de una ciudad en crecimiento y una cultura en gestación. La avenida Corrientes es patrimonio vivo de la historia de Buenos Aires, un verdadero símbolo de la identidad porteña.
Hacia finales del siglo xix, Buenos Aires fue dejando atrás sus tiempos de aldea para transformarse metrópolis. Entonces, nuevas expresiones artísticas proliferaron a gran velocidad, y la todavía “calle” Corrientes supo concentrar la diversa oferta cultural. Así, teatros, bares, pizzerías, librerías y cines fueron germinando en sus orillas junto a oficinas y comercios, agitando día y noche una calle sin descanso.
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La famosa avenida va de Puerto Madero al Cementerio de Chacarita, pasando por el célebre Obelisco, pero entre Callao y 9 de Julio, habita una Corrientes diferente, bohemia y cultural. Allí se condensa el grueso de la oferta teatral porteña entre modernas salas e históricos escenarios, que dieron origen al teatro criollo y donde el tango debutó para el gran público. En las mesas de sus tradicionales bares, músicos y poetas se inspiraron para crear emblemáticas obras de la cultura nacional. Cines con proyecciones comerciales y de culto y librerías con mesas de saldos y ediciones inhallables completan el circuito intelectual y popular de una avenida que nunca apaga sus luces. Ayer y hoy, la vida nocturna se celebra en los cafés y en las legendarias pizzerías, que reciben a las estrellas y al público de las últimas funciones, así como a los transeúntes trasnochados.
No todos los lugares que le dieron a Corrientes su gloria sobrevivieron a las vicisitudes de la modernidad, pero los que sí se han convertido en verdaderos monumentos. Hoy, caminar por Corrientes es viajar al pasado y encontrarse en el corazón de la identidad porteña.