Como entrada a los paisajes serranos, la ciudad propone un itinerario de nivel. Sus calles y alrededores fueron sede central de las misiones jesuíticas y albergue para el Che Guevara.
Se la conoce como “La Docta” por ser la ciudad donde se creó la primera universidad del país. Fundada en 1573 como asentamiento para la lucha contra los aborígenes con el objetivo de poder comerciar en la región, Córdoba supo ser plaza de venta de esclavos, centro de distintas órdenes religiosas, principal bastión de los contrarrevolucionarios y punto clave de las guerras civiles. Su lugar preponderante en la historia argentina continuó en el siglo XX, al ser uno de los grandes polos industriales y educativos del país, pero también ha ganado su fama por ser cuna de la música cuartetera y el clásico trago (ya nacional), el fernet. Con una tonada y un humor característicos, la metrópolis siempre supo mantenerse joven y antigua a la vez.
Como capital provincial, la urbe tiene su ritmo febril y populoso, aunque su identidad colonial, marcada por el legado que dejaron los jesuitas, se mantiene como en el pasado. La Compañía de Jesús se instaló en el siglo XVI para evangelizar a la población nativa, y fueron sus miembros, junto con las comunidades originarias, los encargados de erigir los magníficos edificios que aún pueden visitarse.Estos establecimientos, templos y conventos hoy forman parte de la Manzana Jesuítica, Patrimonio Cultural de la Humanidad (declarado por la Unesco en el 2000).
Recorrer las calles del centro se transforma, así, en un viaje por el tiempo. A la magnificencia del Cabildo y la Catedral, se suman, entre otras edificaciones destacables,el Colegio Máximo, la Universidad y el Colegio Convictorio Nuestra Señora de Montserrat. Pero además, dentro de la peregrinación, se pueden conocer algunas de las máximas expresiones barrocas de Latinoamérica entre las paredes de la Iglesia de la Compañía de Jesús y la Capilla Doméstica. En este sentido, la oferta artística es variada: tanto el Teatro Real, el Teatro del Libertador, el Paseo del Buen Pastor, el Museo Evita-Palacio Ferreyra, como el Museo Palacio Dionisi, el Museo Caraffa y la Ciudad de las Artes, conforman un circuito con propuestas estéticas y arquitectónicas que van desde lo clásico hasta lo contemporáneo.
A su vez, la “capital religiosa” de la Argentina tiene su costado revolucionario: no sólo porque en 1969 fue epicentro de un importante movimiento de protesta obrera y estudiantil (conocido como el Cordobazo), sino porque a solo 36 km, en Alta Gracia, se encuentra el Museo Casa Ernesto “Che” Guevara.
Debido a las temperaturas templadas y a la ausencia de humedad, la localidad, ubicada en el corazón del Valle de Paravachasca, era el lugar recomendado para los enfermos respiratorios, por lo que el Che pasó muchos años de su infancia entre las sierras en busca de una mejoría para su asma persistente. En el que era su hogar, ahora se exhiben documentos escolares y universitarios, fotos familiares, muebles y reliquias que testimonian su cotidianeidad antes de convertirse en uno de los personajes más famosos del mundo.
Alta Gracia, asimismo, combina este sitio histórico con otros atractivos culturales y naturales. Enclavado en un paisaje ondulante, con arroyos y aromas a hierbas, el pueblo (originariamente tierra de comechingones) guarda recuerdos del esplendor jesuítico. Entre ellos, resaltan la estancia, la iglesia de estilo barroco colonial y el dique artificial con su muralla de contención de 80 metros de largo, hecha en 1659 con cal, piedra y arena.
La estadía en la villa sirve para tener una cabal comprensión del proyecto de la orden de San Ignacio de Loyola. Sin embargo, también funciona de ventana para adentrarse en el entorno serrano. Desde aquí, se accede en menos de dos horas a otros puntos turísticos, como Villa Carlos Paz, La Cumbrecita, Cosquín y Villa General Belgrano.