Colonización,
invasión, resistencia y liberación son los mojones que marcan la
historia de la ciudad de Buenos Aires. Para los viajeros curiosos,
aquí va el nacimiento de la imponente Reina
del Plata.
Primer
intento. La
primera fundación de la ciudad data de 1536 y fue impulsada por el
español Pedro de Mendoza, quien llegó a este lado del mundo en
busca de oro y plata. Mendoza la bautizó con el nombre de “Puerto
de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre” e instaló un fuerte
para defender la zona. Este precario fuerte consistía
en un
muro de tierra de 150 varas por cada lado, dos
metros de largo y
una fosa con una palizada. En su interior, había ranchos de barro y
paja, utilizados como viviendas, y cinco iglesias. Sin embargo, con
el correr del tiempo, se
fueron complicando
las cosas para los recién llegados. Los
márgenes del Río de la Plata no eran sitios inhóspitos: allí se
asentaban comunidades aborígenes que se
resistieron
a
la llegada española,
sitiando la ciudad y provocando un desabastecimiento de tal magnitud
que obligó a los exploradores a ir en busca de otras tierras.
La
segunda
es la vencida.
A pesar de la resistencia indígena, los españoles siguieron
intentando. En 1536, no habían encontrado riquezas pero sí habían
notado la importancia estratégica del territorio: la salida directa
al Atlántico Sur traslucía la posibilidad de construir una ciudad
portuaria dotada
de grandes ventajas.
Y los españoles no perdieron
el tiempo. Fue así que en 1580, con Juan de Garay a la cabeza,
partía desde Asunción la segunda expedición que daría como
resultado la segunda y definitiva fundación de Buenos Aires. Del
antiguo fuerte ya no quedaban ni
vestigios y el 11 de junio se estableció la nueva “Ciudad de la
Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre”. Una
vez bautizada la ciudad, Juan de Garay repartió las tierras entre
sus acompañantes, asignó algunas a familias guaraníes y diezmó
a los querandíes nativos hasta terminar con su cultura.
La
pequeña Buenos Aires. La
incipiente población creció muy lentamente durante los dos primeros
siglos. A principios del siglo XVII, la ciudad estaba constituida por
un nuevo fuerte, tres conventos y varias viviendas de barro y paja.
Esta zona abarcaba 250 manzanas, cubriendo la superficie delimitada
por las actuales calles Balcarce y
25
Mayo hasta Av. Independencia, y por las calles Salta y
libertad hasta la Av. Córdoba. Si bien muchas manzanas eran urbanas,
la mayoría estaba destinada a la instalación de chacras.
Sucesión
de capitales. En
sus
orígenes, la ciudad funcionó como la capital de una gobernación que dependía
del Virreinato del Perú. Con la creación del Virreinato del Río de
la Plata en 1776, Buenos Aires pasó a ser su capital. La ciudad se
organizó según el modelo establecido en las restantes colonias del
nuevo continente: un trazado urbano alrededor de una plaza mayor.
Así, se trazó desde la Plaza Mayor -sede de los poderes
administrativos- las calles que delimitarían la ciudad. Se
emplazaron el Cabildo y la Catedral en los sitios que ocupan
actualmente y en el sector este de la Plaza se edificó el Fuerte de
la ciudad. Su
construcción finalizó en 1720 y estaba amurallado con piedras y rodeado por un foso. Sólo se
accedía a él por la Plaza Mayor, mediante un puente levadizo que se encontraba donde hoy está construido el arco central de la Casa Rosada. Más de un siglo deberá transcurrir para que Buenos Aires se
transforme en la capital de la República Argentina. Luego de la
independencia conseguida en 1810, Argentina comenzará a pensarse
como país y recién hacia 1880, con la formación del estado
nacional, se declarará a Buenos Aires como su capital.
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